lunes, 30 de abril de 2007

El Pirata y la Luna

Hace unos seis años, un compañero de facultad me invitó a hacer un ciclo de jazz, blues y poesía en una radio que funciona una vez al año como parte de unas jornadas juveniles que se organizan en Turdera. Acepté.

De los lindos recuerdos de esa experiencia, guardo con aún más cariño el texto de la introducción de ese programa. Texto algo largo para introducción de radio, con demasiadas comas para ser publicado y quizás un punto más edulcorado de lo que debiera. No sé si hoy lo escribiría, pero de tanto en tanto me he animado a mostrarlo y la respuesta fue razonablemente buena.

Les dejo el link al archivo online (¡gracias Google!) donde encuentran una versión apenitas pulida (le saqué esas comas, agregué algunos puntos y no mucho más). Sean benevolentes.

http://docs.google.com/Doc?id=dfbcvt4r_1dzkrjm .

Dos voluntades

No me gusta el tenis. Punto. No me parece siquiera interesante estéticamente (bueno, excepto cuando aparece la rusita María Kirilenko, pero obviamente que no miro su tenis). Sin embargo, últimamente estoy aprendiendo a mirar ese deporte.

Ayer vi la final del torneo de Barcelona -sobre polvo de ladrillo- entre Rafael Nadal y nuestro compatriota Guillermo Cañas. Ganó Nadal, claro, que ya lleva más de 70 partidos ganados al hilo en esa superficie (ya saben, si quieren, pueden apostar cuánto más tardará en perder, pero si quieren conservar su dinero, mejor no).

El punto: me interesé en el tenis desde que hago tiro con arco (aquí). La arquería es un deporte principalmente mental donde la concentración es tan importante como la fuerza a la hora de tensar el arco. Y tal parece que en el tenis pasa lo mismo. Con un agregado, tenés enfrente otra voluntad. En la arquería te enfrentás a vos mismo.

Y ahí ando, viendo voluntades enfrentarse. La final de ayer, volviendo a Nadal y Cañas, fue muy interesante en ese sentido. Nadal tiene uno de esos talentos únicos para concentrarse, meterse en el partido y jugar con lo mejor que tiene contra cualquiera, como si cada partido fuese contra Federer. Cañas tiene furia, hambre de gloria y le pega a la pelota con los dientes apretados. Es de los que pelea cada punto como si en eso le fuese la vida y ya me gustaría que más de un miembro de la selección de voley argentina hubiese tenido su actitud en la época en la que ese deporte me enviciaba.

Fue un buen partido. Por primera vez en varios partidos lo vi a Nadal con la mirada nublada. El español sabía que enfrente tenía a un tipo que, si él se descuidaba, le mandaba al tacho todo su lindo record de partidos ganados, la honra, la gloria y todo eso que suele invocarse en el deporte de alta competencia, donde lo que importa, a fin de cuentas, es el dinero. Aún en el último game, cuando ya lo tenía contra las cuerdas al argentino, Nadal seguía con la mirada furibunda, genuinamente impresionado ante ese tipo que no había bajado los brazos todavía.

Fue una buena clase.

sábado, 28 de abril de 2007

Introducción necesaria (o la molesta presentación de siempre)

Uno más, como si hiciera falta, ¿no?

Pero bueno, últimamente ando con muchas (demasiadas, dirían algunos) ideas dándome vueltas por la cabeza y quizás este sea un buen método de exorcisarlas.

Así que aquí tenemos un blog flamante, listo para sumarse a ese 99% de porquerías que es la red.

Por este folletín virtual encontrarán escritos literarios de dudosa calidad, artículos y pequeños ensayos que de otro modo jamás verían la luz (es decir, esos delirios que se me ocurren y no puedo sacarme de la cabeza hasta que los cuento suficientes veces). Eventualmente, anécdotas, alguna que otra foto (una vez que descubra cómo se usa esto) y boludeces.

Lo único que les puedo garantizar es que cualquier cosa que encuentren aquí, habrá salido de mis tripas, mis dedos tipeando y mi imaginación enajenada. Palabra.

Bienvenidos.